martes, 18 de noviembre de 2008

146. Para devótos II

Tomado de: Puente aéreo

12.11.08

Bolaño y la heroína

El ¿misterio? detrás de una oscura alusión


El asunto ha sido así: el novelista Jonathan Lethem publicó en The New York times una reseña rendida y admirada de 2666, la novela póstuma de Roberto Bolaño, cuya traducción al inglés acaba de ser publicada en los Estados Unidos.


Iván Thays recogió la reseña, la comentó, la enlazó en su blog. Por otro lado, el administrador chileno de la bitácora Worms Inside, Antonio Díaz Oliva, hizo notar una cosa: Lethem se refería, en algún pasaje de su reseña, a la adicción de Bolaño a la heroína.


Díaz Oliva se preguntó de qué adicción hablaba Lethem. Nadie había dicho nunca que Bolaño fuera adicto a la heroína, y esa confesión no se encuentra en las páginas del chileno.


A no ser, consideró Díaz Oliva, que Lethem hubiera malentendido un relato llamado “El peor verano de mi vida”, publicado por Bolaño en el diario El Mundo, años atrás, y lo hubiera interpretado como un texto autobiográfico y no ficcional.


Pero, cuidado, que puede haber más que eso. Este lunes, en el artículo con que la revista Time nombró a 2666 como “the best book of 2008”, el crítico Lev Grossman alude a lo mismo a lo que apunta Lethem. Dice Grossman:

“In 1977 Bolaño moved to Europe and misspent an entire decade there as an itinerant laborer, living the life of a poète maudit and striking up an acquaintance with heroin. But in 1990, finding himself a husband and father, Bolaño decided to kick the smack and take up writing fiction in the hope of supporting his family”.

Además, las referencias no han comenzado ahora. Cuando, en marzo de 2007, The New Yorker publicó una reseña de Los detectives salvajes, su autor, Daniel Zalewski, hizo también una alusión inequívoca. Hablando del Bolaño de finales de los setentas, Zalewski escribió:

“Around this time, he printed up a visiting card identifying himself as “Roberto Bolaño, Poet and Vagabond.” His wanderings punished his body; he later joked that he left behind a trail of teeth, ‘like Hansel and Gretel’s bread crumbs.’ It didn’t help that he was becoming addicted to heroin”.

(La alusión es idéntica a la que, en abril del 2008, publicara Scott Esposito en un artículo de la revista Hermano Cerdo: “la adicción a la heroína de Bolaño debió de ser un asunto bastante feo y vagabundear por México no es que sea demasiado glamoroso. En una ocasión, Bolaño comentó que fue dejando un rastro de dientes a modo de migas de pan”).


En agosto del 2007, Roberto Ontiveros hizo en el Texas Observer, en el contexto de una reseña a la traducción americana de Amuleto, una nueva referencia a lo mismo:

“Bolaño grew up in a series of Chilean backwater towns. His father was a truck driver and amateur boxer; his mother taught math. Bolaño was a dyslexic kid, an adolescent with chronic anxiety. He was a dropout, a book thief, and a heroin addict before settling into happy family life”.

También en ese mes Chad Walsh, escribiendo para el Boise Weekly, de Idaho, en una reseña de Los detectives salvajes, deslizó el dato al pasar: “Bolano was an intellectual, a Trotskyist, an exile, a global vagabond and, finally, a heroin addict”.


Casi de inmediato, el 27 de agosto del 2007, The Millions, uno de los blogs literarios más importantes del mundo anglosajón, publicó el artículo Why Bolaño Matters, de Garth Risk Hallberg, en el que el dato de la heroína reaparece, junto a muchos otros que son conocidos sobre la biografía del chileno:

“Broke, addicted, and unknown as of the late '80s, the former poet kicked heroin and took up fiction writing to support his growing family - a quixotic pursuit if ever there was one. Bolaño would enter his short stories in Spain's many regional writing contests, often winning multiple prizes with the same piece (camouflaged under a variety of titles)”.

También Ben Richards, en The Guardian de Inglaterra, en una reseña doble a Last Evenings on Earth y The Savage Detectives, aludió a la adicción de Bolaño:

"Bolaño left Chile when young to live in Mexico, returning briefly to his home country just before the Pinochet coup; he was briefly detained but then reverted to a nomadic, bohemian, heroin-fuelled existence as a vagabond poet before settling in Spain".

No es la única vez que The Guardian ha anotado eso. Helen Zaltzman, hace medio año, hizo una referencia parecida, y añadió otra bastante más interesante, de ser cierta: ¿Bolaño espía?):

“A former Surrealist poet, Trotskyist, spy for the Chilean resistance and heroin addict, Bolaño packed a lot into his 50 years and though he only began writing fiction a few years before his death from liver failure in 2003, he was already venerated as one of the finest Spanish-language authors of his generation”.

Quizá la clave del aparente misterio se encuentre en el artículo que Marcela Valdés escribió para el interesante semanario liberal The Nation, titulado Windows into the Night, donde se anota la posible fuente de todas las referencias a la heroína de los ensayos mencionados hasta aquí:

“In several of his essays he refers to the fact that he can't drink alcohol anymore, that just one drink could kill him, a change he must have felt keenly since, reading between the lines, it appears that heavy drinking and a heroin addiction may be what demolished his liver in the first place. Bolaño kicked dope in 1988, an experience he describes in "Beach"--a five-page essay composed of a single, harrowing sentence. A fragment of it reads: "thoughtlessly, I would get an urge to cry, and I'd get into the water and swim, and when I had already gotten myself pretty far from shore I'd look up at the sun and it would seem strange to me that it was there, so big and so different from us..." In this way he almost drowned himself twice”.

Y aquí --full circle-- es donde habíamos comenzado: “Beach”, o “Playa” es un texto escrito por Bolaño para el diario español El Mundo, publicado en el año 2000. Es el mismo texto al que el blogger chileno Díaz Oliva alude como “El peor verano de mi vida”. La confusión parece deberse a que El Mundo tiene o tuvo una sección llamada “El peor verano de mi vida”, en la que pide a diversos autores que compartan con los lectores la experiencia a la que alude el título. El texto con que Bolaño respondió, hace ocho años, a esa cuestión, fue “Playa”.


Ahora bien, ¿es “Playa” un relato autobiográfico, no ficcional, o es, simplemente, un cuento? La respuesta, en todo caso, no es sencilla. Un indicio importante: los herederos y curadores de la obra de Bolaño, encabezados por el crítico Ignacio Echevarría, incluyeron “Playa” en el libro póstumo Entre paréntesis: ensayos, artículos y discursos (1998-2003), libro que, como lo indica el título, recoge la obra no ficcional del escritor. Si eligieron no reunirlo en uno de los libros de ficción aparecidos tras la muerte de Bolaño, como El gaucho insufrible, algún motivo han de tener. El caso no está cerrado.


PD: Lo del reguero de dientes que mencionan dos de los textos citados arriba, según acabo de comprobar, lo cuenta Bolaño en el ensayo "Literatura + enfermedad = enfermedad", que, si no recuerdo mal, se publicó entre los textos finales de "El gaucho insufrible". El ensayo, sin embargo, no dice nada sobre ninguna forma de adicción a las drogas.


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