291. Fabián Casas
La primera vez que supe que existía un poeta de nombre Fabián Casas fue gracias a la antología El decir y el vértigo realizada por Rocío Cerón, Julián Herbert y León Plascencia Ñol, y publicada por la editorial Filodecaballos.
En aquella ocasion leí el siguiente poema y fue más que suficiente para que Casas se convirtiera en uno de mis poetas preferidos, no de los que uno menciona cuando le preguntan sobre la lista de sus autores preferidos, sino más bien un poeta que se filtra lentamente en la memoria, de pocas palabras, casi como un fantasma.
En aquella ocasion leí el siguiente poema y fue más que suficiente para que Casas se convirtiera en uno de mis poetas preferidos, no de los que uno menciona cuando le preguntan sobre la lista de sus autores preferidos, sino más bien un poeta que se filtra lentamente en la memoria, de pocas palabras, casi como un fantasma.
Sin llaves y a oscuras
Era uno de esos días en que todo sale bien.
Había limpiado la casa y escrito
dos o tres poemas que me gustaban.
No pedía más.
Entonces salí al pasillo para tirar la basura
y detrás de mí, por una correntada,
la puerta se cerró.
Quedé sin llaves y a oscuras
sintiendo las voces de mis vecinos
a través de sus puertas.
Es transitorio, me dije;
pero así también podría ser la muerte:
un pasillo oscuro,
una puerta cerrada con la llave adentro
la basura en la mano.
Comencé a bucar textos en internet y hasta hace poco gracias a Carlos Vicente Castro, que además es editor de Metropolis, llegó a mis manos una plaquette de título Odas, de la cuál extraigo el siguiente poema y algunos versos de otros.
En el vidrio.
Después de insistir mucho,
conseguí quedarme diez minutos solo con mi madre.
Un guardia gordo, que mascaba chicle,
me llevó hasta el lugar de visitas.
Estaba ahí, de pie, con su delantal naranja.
Separados por un vidrio inmenso
nos sentamos uno frente al otro.
Ella agarró su teléfono, yo agarré el mío.
Su idioma era un extraño
caminando por una voz muy débil.
Entonces, viendo mi desesperación,
se acercó al vidrio
y lo empañó con el aliento.
Con el dedo índice escribió ahí
el día y la hora en que va a resucitar.
*Algunos pasos nos sirvenpara salir de nuestra pieza;otros pocos para salir de nuestra vida.*A la gente le gusta pensarque la vida cambia. Y muchos viven pendientesde cosas que no le van a suceder nunca.
*
Otros aprendimos que el miedoes la distancia que existeentre el dolor y la nada.
Pues esto es apenas un reflejo de la obra de Casas, ojalá este post invite a leer a este gran poeta argentino. A mi, por lo pronto, me removió cicatrices en el alma.
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