285. Landeplatz
En el extremo más lejano de la Landeplatz se encuentra la oficina de palabras desahuciadas. Es ahí donde el sintáctico Haup encabeza el movimiento de extirpación. Es en esa oficina donde deciden que palabras serán condenadas a desaparecer del uso común y a cuales se les concede una nueva oportunidad. Las palabras condenadas se eliminan de discursos oficiales, libros de texto y diccionarios, son perseguidas en medios de comunicación y en las creaciones de los artistas del país. Es un proceso a largo plazo, a cuenta gotas, pero por demás efectivo. Incluso los mismos ciudadanos se muestran orgullos cuando atrapan a algún otro despistado que no ha eliminada de su habla diaria estas peligrosas palabras. Lo mira con tal aire de superioridad y reto que el acusado no tiene opción salvo sentirse avergonzado de que lo hayan agarrado en plena falta.
Los empleados de la oficina, fieles a Haup, imaginan que cumplen con una misión universal que el gran demiurgo les ha dado el privilegio de tener.
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