80. Domingo

Un desayuno. Margot a quien no le gustan mis fotografías, ni las fotografías salvo unas cuantas que ella misma se toma. Margot, su nombre me remite a Isabel Adjani en la Reina del mismo nombre.

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Domingo. Vía recreactiva. Desde el ventanal del café se alcanza a ver los ciclistas que transitan por avenida Vallarta. Es poco más de mediodía y la luz invernal me remonta al París de hace ya casi cinco años.

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El servicio en el café es lento. Margot, hambrienta desespera. "Siempre es lo mismo en este café". "Son sólo unos molletes". Y sus ojos quisieran ser voz y alcanzar al mesero,colarse a la cocina y acelerar la preparación de su desayuno.

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Después comienza a hablar de alguien que es escritor y lo presume escribiendo en un periódico. Dice que ese es su cuento.

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Aún más después se le antoja fumar y saca la cajetilla de Camel. Prende el cigarrillo, su mano derecha sobre la mesa, la izquierda sostiene el cigarrillo apenas con la punta de los dedos. Aspira. Fuma. Esta es la instantanea de Margot. Con la que me he quedado y me quedaré a lo largo del tiempo. Lo disfruta. Tanto como para pensar que lo disfruta. Cigarro y café su asociación indisoluble.

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Fuma y sorprendentemente mira el futbol. No le gusta pero es ineludible dirigir la mirada a la enorme pantalla del lugar. Dice que apoyará en este torneo al equipo que viste de rojo. Se emociona. Es extraña verla emocionada por un partido. Luego, retoma la compostura y se pierda en el cigarro. En el humo. Como el humo.

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Hora de partir. Margot dice que ya estuvo de pláticas vecinas. Busca al mesero. Balbucea en italiano. La mesera trae la cuenta. Partimos.