domingo, 6 de abril de 2008

78. Sino

La noche del pasado sábado 29, ante un abarrotado Auditorio Metropolitano se confirmo que Café Tacuba, sin lugar a duda, es el grupo de rock alternativo de México más importante : no sólo por el lleno total, con boletos agotados desde días antes, o por la entrega del público que coreo canción a canción a partir de las 20:45 horas, momento en que dio comienzo el concierto, hasta cerca de la medianoche sin parar, sino por la energía y acoplamiento mostrados sobre el escenario que demuestran que los tacubos no le piden nada a ninguna de las bandas extranjeras que ha pisado en ocasiones anteriores el mismo escenario.

Son casi 15 años desde la vez en que la explanada de la FIL recibió al entonces incipiente grupo de ciudad satélite en la ciudad de México. La voz de Rubén Albarrán (ahora Cone Cahuitl) ha pasado de los gritos y problemas de respiración a un manejo único de su característico timbre vocal que brinda el sello a la mayoría de las interpretaciones del grupo, pues ahora también es acompañado en algunas canciones por otro de los integrantes de la banda: Meme. Lo que no cambiado son los brincos, la hiperactividad, el diálogo con el público, los muchachos como les dice Cahuitl, la parafernalia que es en sí el café Tacuba en concierto y que ya se extrañaba, a pesar de una fugaz presentación apenas unos meses atrás, en un concierto en donde compartieron escenario con algunas otras bandas.

Aunque venían promocionando su más reciente material (Sino), y fue con las dos primeras canciones del disco con las que comenzaron, lo que vino a continuación fue una avalancha de canciones, todas de una u otra forma éxitos de su trayectoria que alcanza próximamente las dos décadas. Tres veces volvieron al escenario exigidos por ese público que pedía más y más canciones. Paciencia les pedía Cahuitl en su papel de guía, habría tiempo para todo, y vaya que lo hubo.


De todo: desde las piezas más guitarreras que pusieron a brincar a los asistentes, hasta una sección con las baladas más queridas por los seguidores de la banda, momentos de alta tensión emocional pues en completa oscuridad, el grupo se vio envuelto en una especie de malla luminosa que al encender sus focos creaba imágenes de fantasía mientras la música era coreada por la mayor parte del auditorio.

Otro de los momentos cumbres se dio en la interpretación de La chica banda: el vocalista, pidió a las chicas de las primeras filas que subieran al escenario “a armar desmadre como buenas chicas banda”. El escenario fue colmado por más de treinta jóvenes que interactuaron con los músicos hasta el final de la canción.

Trás poco más de tres horas de cantar, dar traspiés, filosofar, complacer con algunas piezas fuera del repertorio preparado como las ya clásicos Rarotonga, o Las persianas, e incluso darse el lujo de subir a uno de los balcones a cantar rodeado de su público, café Tacuba se despidió de los tapatíos, que sonreían satisfecho cerca del paroxismo, prometiendo volver muy pronto.

Esta vez las luces se encendieron, ya no habría encoré, pero lo que recibieron esa noche a cambio fue una dosis del mejor rock que se hace actualmente en México.

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