sábado, 14 de julio de 2007

42. Después de la resaca

Así que esta tarde, mientras el sueño avanzaba por mis venas como si se tratara de una droga que va invadiendo lentamente, pensé que quizá era el momento de escribirte un cuento. Imaginé entonces, entre sueños que hace mucho que no escribo, y que la huella de las persona que he amado o que por alguna razón han marcado mi vida tienen el suyo. Tú tienes poemas, pero nadie los conoce, y el jueves en la lectura los amigos me han dicho, para variar, que les gustan más los cuentos que los poemas. Yo sólo alcé los hombros, sonreí tímidamente, balbuceando que lo que me han publicado es poesía y que por algo será. Entonces, como te decía, quise convencerme de abandonar la comodidad de la cama y sentarme frente a la computadora y escribirte el cuento. Pero, ¿cómo empezar? La falta de costumbre trae olvido y entonces prefiero ponerme a leer: el primer libro que tomo, de la montaña de libros por leer, es de cuentos, la autora se llama Magali Velasco y el primer cuento es sobre París. Y París es una ventana luminosa, y lugar común por supuesto, y pienso en las historias, los recuerdos, inevitablemente en Cortázar y no en Vallejo, el pobre Vallejo tan sonoramente ultrajado y visionario y pobre y humano, en las fotografías y en la idea de comenzar a subir algunas de ellas al Flickr, sin orden establecido, y armar una exposición virtual con algunos de mis retratos y paisajes favoritos, saber que esas imágenes son también balbuceos, que hay gente con mucho más talento y eso es bueno. Comienzo a escanear algunos negativos, pero ya no son las fotografías del viaje, son del grupo Alkol, de alguna sesión no lejana, divago rumbo a la música, y dejo por momentos la lectura, y así voy brincando de actividad en actividad mientras por dentro la felicidad y el miedo juegan aún con la noticia de que la Antología de poesía joven contemporánea alemana va marchando, lo mejor y peor es que debe publicarse para octubre. También te podría contar que he leído un poco más últimamente, curiosamente casi todo ediciones de tierra adentro: conocí una novela escrita por un joven director de cine, otra novela que ganó un premio binacional, que trata de vampiros y fue escrita por un poeta y el libro, también ganador de un concurso, de un poeta de la ciudad de México que aún me tiene pensativo. Debo confesarte que leí también otro libro del que esperaba más: me pareció mucho experimento, mucho metatexto, mucho de jugueteo léxico, algo de retórica y poca poesía, se titula Corazoncito y de su muy joven autor, Inti García Santamarina, tenía muy buenas referencias, creo que tiene mejores textos. A veces así pasa, esperamos en demasía de un libro, una exposición, un disco, una película y al final nada nos complace totalmente. Mientras escribo recibo un mensaje tuyo en el celular y aprovecho para pedirte ideas para un cuento, no te digo que es para ti, que será tuyo y de nadie más, asi lo leas nada más tú o la cantidad de gente, pero te conozco, intuyo que no me dirás nada y eludirás el tema y bueno ese podría ser el argumento, alguien recibe un mensaje en el celular y comienza a preguntarse y moverse y a buscar "algo" que le de interes al cuento, pero nada, en la geografía del azar no hay hilos conductores, ni las cosas suceden por alguna razón que desconocemos pero que siempre existe. Causalidad. Pefiero seguir jugando a calentar redactando notas para el blog que acometer la empresa seria de tu cuento, prefiero cerrar por un momento esta ventana (ahora vuelvo…) y revisar cómo va el asunto de la escaneada. Y en el abrir y cerrar de ventanas (porque esta es una PC armada con el sudor de la frente del que esto escribe y por lo tanto, sin ser un férreo defensor, usa Windows) recuerdo la noche cercana en que de nuevo tu olor estuvo cerca de mí como antaño. Y Ahí, en la mesa donde cada quince días se estuvieron reuniendo los amigos, y a la que nadie más quiso acercarse para platicar e intercambiar puntos de vista de manera seria y propositiva, tú sentada, escuchando un poco de todas las pláticas reías cómplice por momentos y luego bebías de la Viena oscura que por primera vez, tú misma dijiste, contemplabas en botella. No eran un mito. Y como te decía, era el aroma y tu mano en mi pierna y los roces y el salir del bar para buscar un lugar donde cenar, caminar por la calle peatonal, dar vuelta en la avenida, detenernos en el semáforo y sentir tu cabeza en mi hombro y abrazarte y esperar que esa luz roja se quedara así por siempre.

Page rank

G E O G L O B E

Contador de visitas

Powered By Blogger

FEEDJIT Live Traffic Map

Experimentos con la verdad © 2008. Template by Dicas Blogger.

TOPO